Los monjes extienden sus protestas contra Pekín a otras dos provincias
Un centenar de tibetanos en el exilio que inició el pasado lunes una larga marcha desde la India hasta el Tíbet para protestar contra lo que consideran la ocupación china de la región del Himalaya vio frustrado ayer su intento cuando la policía los detuvo, los metió en varios autobuses y los envió de vuelta a casa.
Habían recorrido 56 kilómetros desde que salieron de Dharamsala, hogar del Dalai Lama y sede del Gobierno tibetano en el exilio. Las autoridades acusaron a los manifestantes de romper el acuerdo, según el cual no pueden llevar a cabo "actividades antichinas" en el territorio indio.
Mientras tanto, las mayores protestas de tibetanos que ha vivido China en las últimas dos décadas se han extendido de la región autónoma del Tíbet a las provincias vecinas de Qinghai y Gansu, donde viven numerosos miembros de esta etnia. Coinciden con el 49º aniversario del fallido levantamiento popular contra el Gobierno chino, que forzó al Dalai Lama a exiliarse en la India en 1959.
Los participantes en la marcha aseguraron que estaban desencantados con la actitud del Gobierno de Delhi, pero afirmaron que la paralización del viaje es sólo un revés temporal y que seguirán adelante con él. Tsewang Rinzin, presidente del Congreso de la Juventud Tibetana, uno de los cinco grupos que impulsan la protesta, dijo que los detenidos en custodia policial se han negado a comer y que, si el arresto continúa, harán huelga de hambre. Alrededor de 100.000 refugiados tibetanos viven en la India.
La marcha, que debía durar varios meses, es uno de los actos que tienen previstos tibetanos y simpatizantes en todo el mundo antes de los Juegos Olímpicos de Pekín. China ha gobernado el Tíbet desde que envió al Ejército para, según dice, "liberar" el territorio del Himalaya en 1950. "Con los Juegos Olímpicos en China y el Gobierno utilizando esta plataforma para legitimar su ocupación ilegal, estamos demostrando que el Tíbet pertenece a los tibetanos y que nunca cejaremos hasta que sea independiente", dijo Rigzin, al iniciar la marcha.
El aniversario del levantamiento ha sido recordado con manifestaciones en Lhasa, donde 500 monjes del monasterio Drepung desafiaron el lunes a las fuerzas de seguridad y celebraron una marcha, calificada por Pekín de "actividad ilegal que amenaza la estabilidad social". El martes, 2.000 agentes dispararon gases lacrimógenos para dispersar a otros 600 religiosos del monasterio Sera. Pedían la liberación de una docena de compañeros que fueron detenidos este mes por ondear una bandera tibetana y gritar a favor de la independencia.
En Qinghai, alrededor de 400 monjes se movilizaron el lunes en el monasterio Lutsang para reclamar el regreso del Dalai Lama, y un centenar lo hizo en el de Myera, en Gansu, según organizaciones protibetanas. "Las protestas son las mayores realizadas por monjes desde las que tuvieron lugar en 1989 y que condujeron a la imposición de la ley marcial en Lhasa]", señala en un comunicado la organización International Campaign for Tibet, según la agencia Reuters. También ha habido protestas en Nueva Delhi y Katmandú.
Mientras tanto, las mayores protestas de tibetanos que ha vivido China en las últimas dos décadas se han extendido de la región autónoma del Tíbet a las provincias vecinas de Qinghai y Gansu, donde viven numerosos miembros de esta etnia. Coinciden con el 49º aniversario del fallido levantamiento popular contra el Gobierno chino, que forzó al Dalai Lama a exiliarse en la India en 1959.
Los participantes en la marcha aseguraron que estaban desencantados con la actitud del Gobierno de Delhi, pero afirmaron que la paralización del viaje es sólo un revés temporal y que seguirán adelante con él. Tsewang Rinzin, presidente del Congreso de la Juventud Tibetana, uno de los cinco grupos que impulsan la protesta, dijo que los detenidos en custodia policial se han negado a comer y que, si el arresto continúa, harán huelga de hambre. Alrededor de 100.000 refugiados tibetanos viven en la India.
La marcha, que debía durar varios meses, es uno de los actos que tienen previstos tibetanos y simpatizantes en todo el mundo antes de los Juegos Olímpicos de Pekín. China ha gobernado el Tíbet desde que envió al Ejército para, según dice, "liberar" el territorio del Himalaya en 1950. "Con los Juegos Olímpicos en China y el Gobierno utilizando esta plataforma para legitimar su ocupación ilegal, estamos demostrando que el Tíbet pertenece a los tibetanos y que nunca cejaremos hasta que sea independiente", dijo Rigzin, al iniciar la marcha.
El aniversario del levantamiento ha sido recordado con manifestaciones en Lhasa, donde 500 monjes del monasterio Drepung desafiaron el lunes a las fuerzas de seguridad y celebraron una marcha, calificada por Pekín de "actividad ilegal que amenaza la estabilidad social". El martes, 2.000 agentes dispararon gases lacrimógenos para dispersar a otros 600 religiosos del monasterio Sera. Pedían la liberación de una docena de compañeros que fueron detenidos este mes por ondear una bandera tibetana y gritar a favor de la independencia.
En Qinghai, alrededor de 400 monjes se movilizaron el lunes en el monasterio Lutsang para reclamar el regreso del Dalai Lama, y un centenar lo hizo en el de Myera, en Gansu, según organizaciones protibetanas. "Las protestas son las mayores realizadas por monjes desde las que tuvieron lugar en 1989 y que condujeron a la imposición de la ley marcial en Lhasa]", señala en un comunicado la organización International Campaign for Tibet, según la agencia Reuters. También ha habido protestas en Nueva Delhi y Katmandú.
"Tíbet no es libre"
El viaje de prensa extranjera organizado por el Gobierno chino para mostrar las escasas consecuencias de las revueltas que tuvieron lugar hace dos semanas en Lhasa, la capital de Tíbet, deparó ayer una mala sorpresa a las autoridades. Alrededor de 30 monjes irrumpieron ante los periodistas cuando estaban visitando el templo Jokhang, comenzaron a gritar consignas independentistas y acusaron a Pekín de mentir sobre lo ocurrido durante los disturbios. "Tíbet no es libre, Tíbet no es libre", lanzó un joven monje, que comenzó a llorar a continuación, informa la agencia Associated Press.
Los religiosos aseguraron también que el Dalai Lama no tuvo nada que ver con los violentos incidentes que estallaron el pasado 14 de marzo, durante los cuales fueron quemados numerosos comercios y fueron atacados chinos han, la etnia mayoritaria en China, que controla la vida económica en Tíbet. Pekín culpa al líder espiritual tibetano de estar detrás de los incidentes, algo que éste ha negado.
"No les creáis, están contándoos mentiras", gritaron los monjes a los reporteros, en referencia a las explicaciones que les estaba dando un administrador del templo. Los religiosos aseguraron que se les había impedido salir del monasterio desde el 10 de marzo, cuando comenzaron las primeras manifestaciones -en aquel momento pacíficas- con ocasión del 49º aniversario del fracasado levantamiento contra el Gobierno chino, que forzó al Dalai Lama a exiliarse en la India. También dijeron que las tropas que vigilaban el templo habían sido retiradas la noche anterior, y que algunos de los monjes repartidos para hablar con los periodistas no eran "verdaderos creyentes", sino miembros del Partido Comunista Chino.
Los organizadores del viaje intentaron que los periodistas se fueran. Tras unos 15 minutos, los monjes fueron desalojados por policías que no portaban armas. Posteriormente, el área alrededor del templo fue sellada por soldados.
El viaje de tres días de duración, al que el Ministerio de Exteriores no invitó a EL PAÍS ni a medios como la BBC, Reuters o France Presse, pretende mostrar a la prensa internacional la situación en Lhasa, donde, según las autoridades, la vida ha vuelto a la normalidad. Según los enviados, así parece ser en las zonas chinas de la capital, pero no en la parte tibetana, donde continúa desplegado un fuerte dispositivo militar.
Pekín expulsó a los pocos medios de comunicación extranjeros que se encontraban en Tíbet poco después de que comenzaran los disturbios, lo que ha impedido contrastar las informaciones que han proporcionado las autoridades chinas, el Gobierno tibetano en el exilio, y turistas y residentes en la región del Himalaya. Las autoridades afirman que durante las protestas en Lhasa y otras provincias chinas han muerto 22 personas, mientras los seguidores del Dalai Lama cifran las víctimas mortales en unas 140.
Antes de ir a Jokhang, los organizadores llevaron a los reporteros a ver una clínica que había sido atacada durante la revuelta, y les mostraron una tienda en la que cinco chicas se vieron atrapadas y murieron quemadas. Los periodistas apenas pudieron alejarse de sus guías.
Qin Gang, portavoz de Exteriores, instó ayer a quienes participaron en los actos de violencia a que se entregaran y advirtió a Europa que no envíe "mensajes erróneos al Dalai Lama" y no interfiera en la situación en Tíbet, porque, según dijo, se trata de un asunto interno chino.
Donald Tusk, primer ministro de Polonia, afirmó ayer en el diario Dziennik que no asistirá a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, porque "la presencia de políticos" en dicho acto "parece inapropiada", debido a la situación en Tíbet.
"No les creáis, están contándoos mentiras", gritaron los monjes a los reporteros, en referencia a las explicaciones que les estaba dando un administrador del templo. Los religiosos aseguraron que se les había impedido salir del monasterio desde el 10 de marzo, cuando comenzaron las primeras manifestaciones -en aquel momento pacíficas- con ocasión del 49º aniversario del fracasado levantamiento contra el Gobierno chino, que forzó al Dalai Lama a exiliarse en la India. También dijeron que las tropas que vigilaban el templo habían sido retiradas la noche anterior, y que algunos de los monjes repartidos para hablar con los periodistas no eran "verdaderos creyentes", sino miembros del Partido Comunista Chino.
Los organizadores del viaje intentaron que los periodistas se fueran. Tras unos 15 minutos, los monjes fueron desalojados por policías que no portaban armas. Posteriormente, el área alrededor del templo fue sellada por soldados.
El viaje de tres días de duración, al que el Ministerio de Exteriores no invitó a EL PAÍS ni a medios como la BBC, Reuters o France Presse, pretende mostrar a la prensa internacional la situación en Lhasa, donde, según las autoridades, la vida ha vuelto a la normalidad. Según los enviados, así parece ser en las zonas chinas de la capital, pero no en la parte tibetana, donde continúa desplegado un fuerte dispositivo militar.
Pekín expulsó a los pocos medios de comunicación extranjeros que se encontraban en Tíbet poco después de que comenzaran los disturbios, lo que ha impedido contrastar las informaciones que han proporcionado las autoridades chinas, el Gobierno tibetano en el exilio, y turistas y residentes en la región del Himalaya. Las autoridades afirman que durante las protestas en Lhasa y otras provincias chinas han muerto 22 personas, mientras los seguidores del Dalai Lama cifran las víctimas mortales en unas 140.
Antes de ir a Jokhang, los organizadores llevaron a los reporteros a ver una clínica que había sido atacada durante la revuelta, y les mostraron una tienda en la que cinco chicas se vieron atrapadas y murieron quemadas. Los periodistas apenas pudieron alejarse de sus guías.
Qin Gang, portavoz de Exteriores, instó ayer a quienes participaron en los actos de violencia a que se entregaran y advirtió a Europa que no envíe "mensajes erróneos al Dalai Lama" y no interfiera en la situación en Tíbet, porque, según dijo, se trata de un asunto interno chino.
Donald Tusk, primer ministro de Polonia, afirmó ayer en el diario Dziennik que no asistirá a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, porque "la presencia de políticos" en dicho acto "parece inapropiada", debido a la situación en Tíbet.
La inmigración causa el 60% del aumento del PIB
El 60,41% del crecimiento medio del Producto Interior Bruto (PIB) anual en la Comunidad Valenciana durante el período 2000-2006 se puede asignar a la inmigración, lo que la sitúa como la tercera región española en la que más efecto tuvo, según el estudio sobre Inmigración y crecimiento regional, de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
Dicho estudio destaca que a nivel nacional, más del 38% del crecimiento del PIB se puede asignar a la inmigración. Por comunidades, el efecto mayor se encuentra en Baleares (82,08%), La Rioja (69,61%), Comunidad Valenciana (60,41%), Canarias (55,21%), Murcia (54,18%), Cataluña (45,24%) y Madrid (44,80%). En cuanto al impacto de la inmigración sobre la renta per cápita, el informe resaltó que, en términos cuantitativos, para el conjunto de España la inmigración "ha tenido un impacto neto neutro sobre la renta per cápita", al igual que ocurrió en la Comunidad Valenciana.
En zonas como Andalucía (0,3), La Rioja (0,2), Murcia (0,15), Castilla-La Mancha (0,18) y Canarias (0,45), el impacto global de la inmigración sobre la tasa de crecimiento de la renta per cápita "ha sido muy positivo", mientras que en otras como Madrid (-0,4), Navarra (-0,18), Cataluña (-0,17), Baleares (-0,23) o Aragón (-0,56) el balance ha sido "negativo".
El estudio también apunta que "aquellas regiones donde han entrado más inmigrantes son también aquellas donde más ha aumentado la tasa de empleo de los nativos, principalmente donde más ha aumentado la participación laboral de las mujeres".
En zonas como Andalucía (0,3), La Rioja (0,2), Murcia (0,15), Castilla-La Mancha (0,18) y Canarias (0,45), el impacto global de la inmigración sobre la tasa de crecimiento de la renta per cápita "ha sido muy positivo", mientras que en otras como Madrid (-0,4), Navarra (-0,18), Cataluña (-0,17), Baleares (-0,23) o Aragón (-0,56) el balance ha sido "negativo".
El estudio también apunta que "aquellas regiones donde han entrado más inmigrantes son también aquellas donde más ha aumentado la tasa de empleo de los nativos, principalmente donde más ha aumentado la participación laboral de las mujeres".
CIFRAS SOBRE INMIGRACIÓN. LA INMIGRACIÓN ILEGAL
Es conveniente tener una idea de la cantidad de inmigrantes que entran y hay en España para darse cuenta de la importancia, mayor o menor, del problema. Si contamos solamente los inmigrantes africanos que están registrados con permiso de permanecer en el país, los marroquíes y argelinos ascienden a unos 200.000, seguidos de los negros subsaharianos que son como 25.000. Son estas cifras de fines del año 2000 pero a medida que pasa el tiempo van haciéndose mayores. Luego tenemos el grupo de inmigrantes suramericanos y del Caribe, que asciende entre andinos (ecuatorianos, peruanos, etc.) y dominicanos a la cifra de 130.000; la mayoría de mujeres son de la República Dominicana. A estos montantes hay que añadir los inmigrantes de procedencia asiática, principalmente filipinos y chinos, con un total de unos 60.000. El total de todos estos inmigrantes nos da la suma de 415.000. Pero esta cifra es superada por el Ministerio de Trabajo, que sitúa los inmigrantes no europeos con permiso de trabajo en 607.000.
Para ser realistas debemos añadir aún a la cifra de inmigrantes aquellos que han llegado y están ilegalmente en España. Pero esta cifra lógicamente no se conoce según afirma el diario El País, el cual da unas cifras aisladas en lugares concretos, por ejemplo, de 25 a 30.000 inmigrantes ilegales en la región valenciana según datos del sindicato Comisiones Obreras.
Podemos pensar que los inmigrantes ilegales son tantos como los legales de forma que nos estaríamos acercando al millón de inmigrantes en total, es decir, contando los africanos, los latinoamericanos y los asiáticos sin olvidar pequeños contingentes de la empobrecida Europa Oriental.
Algunos razonan diciendo que la inmigración que hace daño es la ilegal. El politólogo Giovanni Sartori establece una distinción entre los legales y los ilegales y se muestra muy contrario a dejar permanecer a estos últimos. Esta distinción entre legales e ilegales es útil por cuanto los ilegales se prestan a caer en la delincuencia y el Gobierno no tiene control sobre ellos al no saber quiénes son ni dónde están. Pero no podemos ir muy lejos con esta diferenciación entre legales e ilegales, pues los ilegales pueden ser convertidos en legales de la noche a la mañana, bastando un simple decreto del gobierno como ocurre con las amnistías y regularizaciones en masa que se hacen a favor de ellos y que mencionamos más tarde.
La ubicación de los inmigrantes en España dista de ser uniforme. Se concentran principalmente en las zonas agrícolas que van desde Almería hasta Cataluña pasando por la región valenciana; aparte tenemos las fuertes concentraciones de inmigrantes de Barcelona y Madrid y sus alrededores (con 148.000 y 150.000 respectivamente). Pero la verdad es que se les puede ver en muchas ciudades españolas y cada vez más, siendo muy visibles en verano vendiendo baratijas en las zonas turísticas. “Bueno, bonito, barato” es el primer español que aprenden.
De estudios que se han hecho y que se basan en el último proceso de regularización masiva de inmigrantes (año 2000), la actividad de éstos se reparte así: 32% en la agricultura; 15% en servicio doméstico (principalmente dominicanas y filipinas); 15% en la construcción; 11% en la hostelería; un 6% en el comercio menor (pensamos que son los ambulantes). Finalmente, la estadística nos da la cifra de un 32 % en “otros”, o sea, profesiones varias.
Entre estos “otros”, se encuentran las prostitutas. La estadística no nos dice cuántas hay (¿quién puede saber eso?) sino que el 63% de las que se ven en España son inmigrantes principalmente del Tercer Mundo, particularmente subsaharianas, es decir, chicas de raza negra. La información que trae el mencionado periódico El País en su edición del día 11 de diciembre del año 2000 es de lo más sórdido, cumpliendo así una labor informativa aunque nos resulte desagradable tenerla que leer si queremos estar informados.
Resumiendo a lo mínimo para no cansar más al lector con cifras molestas, le diremos que los precios que cobran han bajado por la gran abundancia de chicas . Que el 24 % son latinoamericanas y el 65 % negras (subsaharianas, dice la información); también hay europeas, un 8 %, y cobran más caro. Refiriéndose a Madrid, dice, las no-europeas abordan en plena calle, medio desnudas y a veces los vecinos han protestado por tanto descaro y hasta han cortado el tráfico en el paseo de La Castellana para llamar la atención de las autoridades. La misma fuente de información cuenta el problema del sida que todo esto representa. Dice que según la ONU a finales de 1999 padecían el sida cerca de 34 millones de personas en el mundo, 23 de ellas en el África negra. Ahora bien : Si tenemos en cuenta que el África negra, con algo más de 600 millones, tiene menos de una décima parte de los habitantes del planeta resulta que tiene con mucha diferencia la mayor incidencia de sida del mundo. Algunos de estos virus suponemos que viajan a bordo de las pateras que cruzan el estrecho.
Dejando de lado el problema de la prostitución, tenemos a España a comienzos del siglo XXI convertida en un país de inmigración de mano de obra barata y constituida principalmente por marroquíes, negros y latinoamericanos; también hay una corriente de europeos, sobre todo del este de Europa aunque en cantidad mucho menor. La tendencia de los europeos, al menos los occidentales, es hoy día no a emigrar sino a estabilizarse cada uno en su propio país. Esto ha resultado una sorpresa pues se creía que al efectuarse la integración de Europa, los trabajadores de países de salarios más bajos emigrarían a los de salarios más altos; pero esta emigración no ha tenido lugar en cantidades apreciables. Por ejemplo: Los españoles ya no emigran a Alemania a pesar de que los salarios en dicho país son bastante más altos que en España.
España es aún un país con menos inmigrantes que otros de Europa, nos referimos a Italia, Alemania y Francia, país éste donde la inmigración que llegó procedente del norte de África constituye un serio problema social.
Existen, desde cierto punto de vista, dos clases de inmigración: la asimilable y la no asimilable.
Es conveniente tener una idea de la cantidad de inmigrantes que entran y hay en España para darse cuenta de la importancia, mayor o menor, del problema. Si contamos solamente los inmigrantes africanos que están registrados con permiso de permanecer en el país, los marroquíes y argelinos ascienden a unos 200.000, seguidos de los negros subsaharianos que son como 25.000. Son estas cifras de fines del año 2000 pero a medida que pasa el tiempo van haciéndose mayores. Luego tenemos el grupo de inmigrantes suramericanos y del Caribe, que asciende entre andinos (ecuatorianos, peruanos, etc.) y dominicanos a la cifra de 130.000; la mayoría de mujeres son de la República Dominicana. A estos montantes hay que añadir los inmigrantes de procedencia asiática, principalmente filipinos y chinos, con un total de unos 60.000. El total de todos estos inmigrantes nos da la suma de 415.000. Pero esta cifra es superada por el Ministerio de Trabajo, que sitúa los inmigrantes no europeos con permiso de trabajo en 607.000.
Para ser realistas debemos añadir aún a la cifra de inmigrantes aquellos que han llegado y están ilegalmente en España. Pero esta cifra lógicamente no se conoce según afirma el diario El País, el cual da unas cifras aisladas en lugares concretos, por ejemplo, de 25 a 30.000 inmigrantes ilegales en la región valenciana según datos del sindicato Comisiones Obreras.
Podemos pensar que los inmigrantes ilegales son tantos como los legales de forma que nos estaríamos acercando al millón de inmigrantes en total, es decir, contando los africanos, los latinoamericanos y los asiáticos sin olvidar pequeños contingentes de la empobrecida Europa Oriental.
Algunos razonan diciendo que la inmigración que hace daño es la ilegal. El politólogo Giovanni Sartori establece una distinción entre los legales y los ilegales y se muestra muy contrario a dejar permanecer a estos últimos. Esta distinción entre legales e ilegales es útil por cuanto los ilegales se prestan a caer en la delincuencia y el Gobierno no tiene control sobre ellos al no saber quiénes son ni dónde están. Pero no podemos ir muy lejos con esta diferenciación entre legales e ilegales, pues los ilegales pueden ser convertidos en legales de la noche a la mañana, bastando un simple decreto del gobierno como ocurre con las amnistías y regularizaciones en masa que se hacen a favor de ellos y que mencionamos más tarde.
La ubicación de los inmigrantes en España dista de ser uniforme. Se concentran principalmente en las zonas agrícolas que van desde Almería hasta Cataluña pasando por la región valenciana; aparte tenemos las fuertes concentraciones de inmigrantes de Barcelona y Madrid y sus alrededores (con 148.000 y 150.000 respectivamente). Pero la verdad es que se les puede ver en muchas ciudades españolas y cada vez más, siendo muy visibles en verano vendiendo baratijas en las zonas turísticas. “Bueno, bonito, barato” es el primer español que aprenden.
De estudios que se han hecho y que se basan en el último proceso de regularización masiva de inmigrantes (año 2000), la actividad de éstos se reparte así: 32% en la agricultura; 15% en servicio doméstico (principalmente dominicanas y filipinas); 15% en la construcción; 11% en la hostelería; un 6% en el comercio menor (pensamos que son los ambulantes). Finalmente, la estadística nos da la cifra de un 32 % en “otros”, o sea, profesiones varias.
Entre estos “otros”, se encuentran las prostitutas. La estadística no nos dice cuántas hay (¿quién puede saber eso?) sino que el 63% de las que se ven en España son inmigrantes principalmente del Tercer Mundo, particularmente subsaharianas, es decir, chicas de raza negra. La información que trae el mencionado periódico El País en su edición del día 11 de diciembre del año 2000 es de lo más sórdido, cumpliendo así una labor informativa aunque nos resulte desagradable tenerla que leer si queremos estar informados.
Resumiendo a lo mínimo para no cansar más al lector con cifras molestas, le diremos que los precios que cobran han bajado por la gran abundancia de chicas . Que el 24 % son latinoamericanas y el 65 % negras (subsaharianas, dice la información); también hay europeas, un 8 %, y cobran más caro. Refiriéndose a Madrid, dice, las no-europeas abordan en plena calle, medio desnudas y a veces los vecinos han protestado por tanto descaro y hasta han cortado el tráfico en el paseo de La Castellana para llamar la atención de las autoridades. La misma fuente de información cuenta el problema del sida que todo esto representa. Dice que según la ONU a finales de 1999 padecían el sida cerca de 34 millones de personas en el mundo, 23 de ellas en el África negra. Ahora bien : Si tenemos en cuenta que el África negra, con algo más de 600 millones, tiene menos de una décima parte de los habitantes del planeta resulta que tiene con mucha diferencia la mayor incidencia de sida del mundo. Algunos de estos virus suponemos que viajan a bordo de las pateras que cruzan el estrecho.
Dejando de lado el problema de la prostitución, tenemos a España a comienzos del siglo XXI convertida en un país de inmigración de mano de obra barata y constituida principalmente por marroquíes, negros y latinoamericanos; también hay una corriente de europeos, sobre todo del este de Europa aunque en cantidad mucho menor. La tendencia de los europeos, al menos los occidentales, es hoy día no a emigrar sino a estabilizarse cada uno en su propio país. Esto ha resultado una sorpresa pues se creía que al efectuarse la integración de Europa, los trabajadores de países de salarios más bajos emigrarían a los de salarios más altos; pero esta emigración no ha tenido lugar en cantidades apreciables. Por ejemplo: Los españoles ya no emigran a Alemania a pesar de que los salarios en dicho país son bastante más altos que en España.
España es aún un país con menos inmigrantes que otros de Europa, nos referimos a Italia, Alemania y Francia, país éste donde la inmigración que llegó procedente del norte de África constituye un serio problema social.
Existen, desde cierto punto de vista, dos clases de inmigración: la asimilable y la no asimilable.
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